Hepatitis B: Un Virus Peligroso para el Hígado

La hepatitis B es una infección viral que afecta al hígado y puede llevar a complicaciones graves si no se trata adecuadamente. Este virus se transmite principalmente a través de fluidos corporales, como sangre, semen y fluidos vaginales. La hepatitis B es más común en áreas del mundo donde la higiene y el acceso a servicios médicos son limitados, aunque cualquier persona puede contraerla si está expuesta a los factores de riesgo.
El virus de la hepatitis B (VHB) ataca las células hepáticas, causando inflamación y daño a largo plazo. En algunos casos, la infección se resuelve por sí sola, pero en otros, puede convertirse en una infección crónica. La hepatitis B crónica puede dar lugar a cirrosis hepática, insuficiencia hepática y, en los casos más graves, cáncer de hígado. La infección crónica por hepatitis B es una de las principales causas de muerte por enfermedades hepáticas en todo el mundo.
Los síntomas de la hepatitis B incluyen fatiga, fiebre, dolor en las articulaciones, ictericia (color amarillo en la piel y los ojos), orina oscura y dolor abdominal. Sin embargo, muchas personas infectadas no presentan síntomas inmediatos, lo que hace que la enfermedad sea difícil de detectar sin pruebas. De hecho, algunas personas pueden vivir con la infección durante años sin saberlo, lo que aumenta el riesgo de complicaciones a largo plazo.
El diagnóstico de la hepatitis B se realiza mediante análisis de sangre que detectan la presencia del virus y los anticuerpos contra él. Las pruebas también permiten determinar si la infección es aguda o crónica y si hay daño hepático. En algunos casos, se pueden realizar pruebas adicionales, como una ecografía hepática o una biopsia, para evaluar la salud del hígado.
El tratamiento para la hepatitis B varía según la fase de la enfermedad. Para las infecciones agudas, generalmente se recomienda un manejo de apoyo, ya que muchas personas se recuperan por sí solas. Sin embargo, si la infección se vuelve crónica, pueden ser necesarios medicamentos antivirales para reducir la carga viral y prevenir el daño hepático. El tratamiento antiviral puede durar toda la vida en algunos casos.
La prevención de la hepatitis B se basa en la vacunación, que es altamente efectiva y se administra de manera rutinaria en la infancia en muchos países. También se recomienda el uso de prácticas seguras, como el uso de jeringas desechables y la protección durante las relaciones sexuales, para reducir el riesgo de transmisión. La detección temprana y el tratamiento adecuado son fundamentales para mejorar el pronóstico de las personas con hepatitis B.