Hiperuricemia: El Enemigo Silencioso del Ácido Úrico Elevado

La hiperuricemia es una condición médica caracterizada por niveles elevados de ácido úrico en la sangre. Este compuesto se forma cuando el cuerpo descompone unas sustancias llamadas purinas, que están presentes en muchos alimentos y también se producen naturalmente en el organismo.
Aunque no siempre causa síntomas, la hiperuricemia puede tener consecuencias importantes para la salud, especialmente si no se controla a tiempo. Entre sus complicaciones más comunes se encuentran la gota, los cálculos renales y, en casos más graves, daño renal progresivo.
El ácido úrico normalmente se disuelve en la sangre y se elimina por los riñones a través de la orina. Sin embargo, cuando el cuerpo produce demasiado ácido úrico o los riñones no lo eliminan de forma eficiente, este se acumula en la sangre y puede formar cristales.
Uno de los principales riesgos de la hiperuricemia es la gota, una forma dolorosa de artritis causada por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones, especialmente en los pies, tobillos y rodillas. Estos episodios, conocidos como ataques de gota, son repentinos y muy dolorosos, con enrojecimiento, hinchazón y sensibilidad extrema.
Las causas de la hiperuricemia pueden ser variadas. Algunos factores de riesgo incluyen una dieta rica en purinas (carnes rojas, mariscos, vísceras), consumo excesivo de alcohol, bebidas azucaradas con fructosa, obesidad, hipertensión, diabetes y enfermedades renales.
Además, ciertos medicamentos como los diuréticos y medicamentos inmunosupresores pueden elevar los niveles de ácido úrico. Factores genéticos también influyen, por lo que algunas personas pueden ser más propensas a desarrollarla incluso con hábitos saludables.
El diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre para medir los niveles de ácido úrico. Un valor superior a 7 mg/dL en hombres o a 6 mg/dL en mujeres se considera hiperuricemia, aunque esto puede variar según los laboratorios y las condiciones individuales.
En algunos casos, se solicita un examen de orina para saber si el cuerpo está produciendo demasiado ácido úrico o si está eliminando poco. También se pueden hacer estudios de imagen si se sospechan complicaciones articulares o renales.
El tratamiento de la hiperuricemia depende de la causa y de si hay síntomas. Si los niveles son altos pero no hay síntomas, el médico puede recomendar solo cambios en el estilo de vida. Si hay gota u otras complicaciones, se pueden usar medicamentos como alopurinol o febuxostat para reducir el ácido úrico.
Además, se utilizan antiinflamatorios para aliviar los ataques de gota. En casos de cálculos renales por ácido úrico, se pueden recetar medicamentos que alcalinizan la orina para facilitar su eliminación.
Los cambios en la dieta son fundamentales para el control de la hiperuricemia. Se recomienda reducir el consumo de carnes rojas, vísceras, mariscos, bebidas alcohólicas (especialmente cerveza) y productos con alto contenido de azúcar. En cambio, se deben priorizar frutas, verduras, cereales integrales y abundante agua.
La actividad física regular, el control del peso y la reducción del estrés también ayudan a mantener niveles saludables de ácido úrico.
Aunque muchas personas no presentan síntomas al tener hiperuricemia, ignorarla puede llevar a complicaciones graves. Por eso es importante realizar chequeos médicos regulares, especialmente si hay antecedentes familiares de gota o enfermedades renales.
La educación sobre esta condición es esencial, ya que muchas veces se malinterpreta como un problema menor o pasajero. Sin embargo, un estilo de vida saludable y el tratamiento adecuado pueden prevenir gran parte de las complicaciones.
Con una buena alimentación, control médico y hábitos responsables, la hiperuricemia puede mantenerse bajo control y no interferir con la calidad de vida de quienes la padecen.